Detecto cierta irregularidad, cierto desorden en este mi blog, pero
bueno, es lo que hay, supongo que cada cual encuentra siempre lo que busca
entre sus papeles desparramados.
Me sucede igual cada vez que comienzo una novela, voy añadiendo peldaños
a la escalera, peldaños que no llevan a paradero alguno. Luego que tengo cierto
material lo voy amasando lentamente, con mucho amor. Entonces comienzo a pergeñar
lo que será una trama, y llega el momento de añadir una estructura que sostenga
el edificio. Ahora sí que aparece el arquitecto, y se trata de un profesional
metódico que odia el desorden, que impone que cada cosa esté en su sitio.
No puedo decir que sea un escritor experimentado ¿Quién sabe?, tal vez ni
siquiera pueda arrogarme el pretencioso calificativo de “escritor”, pero voy a
ser práctico y prosaico en esta ocasión, y dado que no somos lo que en realidad
somos sino lo que los demás juzgan que somos (¡vaya recargada perogrullada!),
pues teniendo en cuenta que comienza a hablarse de mi, por lo “bajini”, como
“el escritor”, considerémonos tal cual ¿Cuántas novelas novelas llevo
escritas?, ¿dos?, ¿tres?. Sí, y unos cuantos relatos y artículos ensayísticos
varios. Poca cosa, trato de ser sincero. Pero en todo aquello que escribo busco
la simetría, que no la perfección. No se si se trata o no de una manía, y ya
sabemos lo pronto que se califica de maniáticos a los escritores, como si las
putas o los ministros no tuvieran un saco de ellas. En fin, que llega un momento
en que articulo todo el material que voy acumulando en capítulos, y estos a su
vez en partes o “libros”. Y no solo eso, sino que aquí reside el quid de la cuestión. Tanto en mis
anteriores novelas como en la que actualmente llevo entre manos, busqué y hallé
determinada simetría. Para nada me estoy refiriendo al palíndromo (palabra,
número o frase que se lee igual hacia adelante que hacia atrás). No es
requisito sine qua non. Se trata de
una manía, que no obsesión, que impregna por completo el proceso creativo de
construcción de una novela y que admite flexibilidad.
El resultado de esta estructuración no se ve a simple vista. Sería
complicado de apreciar de no haber un índice. Por poner un ejemplo, mi anterior
novela, La escritura necesaria,
consta de 6 partes divididas cada una de ellas en 8 capítulos, y la novela en
la cual estoy trabajando consta de tres partes dividida cada una de ellas en 7
capítulos de similar peso. Dicho lo anterior, no se si estoy utilizando bien el
término “simetría”. No me refiero a que se pueda leer indiferentemente desde el
principio o desde el final, sino que hay armonía entre las partes. Como dije
antes, no es algo que se vea a simple vista, ni siquiera tras una lectura
atenta, pero es un añadido más, una manía de escritor.