martes, 18 de abril de 2017

Kant, una biografía de Uwe Schultz.



  
La filosofía que se elige depende de la clase de hombre que se es; pues un sistema filosófico no es un utensilio doméstico sin vida que pueda cogerse y dejarse caprichosamente, sino que se halla animado por el alma de la persona que lo tiene.
FICHTE

Y Kant destacó por ser un hombre sistemático y ordenado en sus hábitos, hasta el punto que no salió del reducido ámbito geográfico de Königsberg en toda su vida, no digamos ya de Alemania.
Afrontar la lectura de la obra de Kant no es fácil ni tan siquiera para un humanista. No me extraña ahora las dificultades con las que choqué en la Universidad, pero es que su obra resultó oscura incluso para las mentes más brillantes de su tiempo. Tanto así que Kant se vio obligado a publicar unos “Prolegómenos” para acercar a un público más amplio su Crítica de la razón pura. En consecuencia no seré yo, un simple aficionadillo a las letras quien ose explicar su filosofía, pero la pequeña biografía que os presento es un buen comienzo para los más intrépidos.
Desde luego que Kant es un hombre formidable, pues se trazó como objetivo último de su vida, como máxima científica, el afán de servir únicamente a la verdad:

Me he trazado el camino que seguiré; iniciaré mi carrera y nada me impedirá continuarla.

El camino que se trazó fue ni más ni menos que el de la razón, y para llegar a su objetivo nada se le opuso en su camino, ni siquiera el Kaiser o la religión, con respecto a la cual tiene una visión muy moderna, la propia de los enciclopedistas de su tiempo. Hay quien asegura que a Kant se le debe que sea un completo anacronismo el empeño en tratar de explicar la existencia de Dios:

Así pues, los célebres argumentos ontológicos (cartesianos) sobre la existencia de un Ser supremo, extraídos de conceptos, constituyen una pérdida de esfuerzo y trabajo, y a un investigador le resultaría tan imposible aumentar su riqueza en simples ideas sobre conocimientos de causas como a un comerciante su caudal de dinero si para mejorar su situación financiera, se empeñase en añadir varios ceros a sus existencias en caja.

Empezó Kant por desarmar la filosofía de su tiempo, que consideró una burda herencia de la escolástica. Cierto que la metafísica había alcanzado en su tiempo una mala reputación:

Las cosas dignas de saberse se acumulan en nuestros tiempos. Pronto nuestra capacidad será demasiado débil y nuestra vida demasiado breve para abarcar siquiera la parte más útil de ellas. Se nos ofrecen en profusión riquezas que, para captarlas nos vemos forzados a rechazar de nuevo muchas baratijas inútiles. Hubiera sido mejor no cargarse nunca con ellas.

De aquí parte su Crítica de la razón pura. Se retrotrae a la demostración de las preguntas a las que la razón como actividad pensante puede contestar y a las que no:

Pero entiendo aquí no una crítica de los libros y sistemas, sino de la capacidad especulativa en general y con respecto a todos los conocimientos a que, independientemente de toda experiencia, puede aspirar; por consiguiente, el veredicto sobre la posibilidad o la imposibilidad de una metafísica en general y la fijación tanto de las fuentes como de la extensión y las fronteras de ella, pero todo partiendo de principios.

Lo que más me ha fascinado, sin embargo, es su honda capacidad para la autocrítica. No sé si será este un buen ejemplo, pero es curioso porque incluye a otro denodado filósofo, Rousseau, quien participó en un concurso de la Academia de Dijon (en el contexto del reciente terremoto de Lisboa de 1755) en el cual se preguntaba si el arte o las ciencias habían proporcionado a la humanidad beneficios notables, a lo cual respondió Rousseau en sentido negativo, abogando por la vuelta a la naturaleza. Kant no tuvo recato en admitir que se había librado gracias a Rousseau de la arrogancia de la razón que dominaba a la gran mayoría de los filósofos y enciclopedistas de su tiempo:

Soy investigador por inclinación. Siento una enorme sed de saber y una afanosa inquietud de seguir avanzando, o también una auténtica satisfacción a cada progreso. Hubo un tiempo en que creí que todo eso podía constituir el honor de la humanidad y en que desprecié a la plebe que todo lo ignora. Rousseau me ha vuelto al buen camino. Esta obcecada superioridad desaparece.

Y poco más que decir. Esto es no es más que una muestra de lo que Kant significó para la cultura alemana y universal.

2 comentarios:

  1. Le filosofía de Kant me parece muy atrayente. A mis alumnos no les fascina tanto, a diferencia de Nietzsche, pero, aunque de entrada cueste entenderla, una vez logrado se percibe la grandiosidad de su pensamiento tanto en el ámbito del conocimiento, como en la moral y la política. No estoy de acuerdo con todo, pero comparto mucho.
    Un saludo, Rubén.

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    1. Entro en la filosofía como un simple aficionadillo. Si algo puedo decirte es que ahora la disfruto y que solamente un profesor me hizo disfrutar durante un curso de la filosofía como asignatura académica. Un buen ejemplo ha sido Platón, que me fascina ahora, desde sus diálogos originales, y que nunca congenié con él en términos académicos.
      Saludos y gracias por el comentario :)

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